El deseante
El-deseante es un animal acechando en la oscuridad. Espera y hace lo
único que sabe: Desear. No lo podemos ver, pero lo olfateamos. Lo presentimos.
Adivinamos su respiración. Cuando la luz se enciende el-deseante anhela, a cada gesto, a cada micro
acción que sucede en la escena el-deseante se activa, segrega...imaginación.
Quiere creer. Vino a eso. Vive por y para eso. Su sangre combustiona con cada
indicio, su alimento es la sugestión. Es el que quiere saber a dónde llevará
todo esto. Va a ir hasta el final, si es que su motivación no se pierde por el
camino. Arma planes, construye mundos, no necesita mucho es su naturaleza.
Como se sabe, el objeto del deseo debe estar
lejos del alcance, pero a la vista; porque si se alcanza se pierde el
magnetismo. Si el-deseante sabe todo, decae su interés y empieza a desear estar
en otro lugar mucho más propicio para ejercitarse. Cualquier calle, cualquier
bar. Libre para armar y tramar.
El-deseante necesita tensión. Necesita
descanso y tensión. Un entramado que los conduzca y a la vez lo sorprenda hasta
llegar a un climax, un estado de reposo cargado de energÃa. Es que, la intriga
lo alimenta, el suspenso lo sostiene. El-deseante se excita más con la idea de
lo que puede suceder que con el hecho en sÃ. A su vez si el hecho que ansÃa no
sucede su frustración crece y siente que todo su trabajo en el proceso de
imaginar ha sido en vano.
El-deseante es quien desea la catástrofe, la
muerte, la traición. Desea la venganza, la causalidad, la arbitrariedad, la
tragedia. En este lugar suelta los fantasmas, las riendas. Siente que es éste
el lugar más seguro para jugar el juego y poner a prueba sus emociones, sus
reflejos, su corazón. El-deseante viene a reconocer y a atravesar sus lÃmites y
también los de la sociedad, viene a encontrarse con toda su capacidad de amor y
de horror a la vez.
Él no sigue; Desea. Él no entiende; Vive. Él es
instinto, fuerte y definitivo instinto. Él es quién vive la obra. En realidad,
la obra no es la obra sino es deseada, habitada, transitada por alguien. Sin
deseo la obra son solo letras, palabras, hojas guardadas en algún cajón. Los
personajes son sólo actores, cuerpos de actores que repiten acciones casi
parecidas noche tras noche. La escenografÃa es madera pintada y el escenario es
ese espacio allá lejos. Cuando la obra es deseada el teatro sucede.
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