sobre el agua
En el barco hay una
pantalla donde se puede ver la vida bajo el mar. Moluscos, ballenas, pulpos.
Una pantalla plana muestra las profundidades del océano. Cuando presto atención
al sonido suenan dialectos, de los turistas. Las chicas que viajan en grupo se
abanican con los boardings pass, unos
hablan otros duermen o cierran los ojos nada más. Me levanto al baño. Es
difÃcil caminar. Me agarro de lo que puedo en mi borrachera marina. No sin
dificultad llego a la puerta. Golpeo. Nadie responde. Entro. En el cuarto
blanco y pequeño me sorprenden dos puertas más. Me hacen dudar de la verdad de
las cosas. ¿Quienes me hacen dudar? Los arquitectos, los capitanes, los
marineros a bordo y yo. Elijo una, la de la izquierda, vuelvo a golpear. Nadie
responde. Abro la puerta temiendo encontrar otras dos o cuatro o quién sabe una
salida al mar. Pero no, allà estaba el tan buscado retrete, water, inodoro, en
fin el objeto de mi felicidad de este momento. Abro la tapa, como una fiera el
rugido del mar sube. No es fácil orinar en un barco o por lo menos no es fácil
acertarle a la boca de la fiera, pero a quién le importará la humedad. Sigo
tratando de embocar en la boca del mar. La fiera tragando mi necesidad. Termino
tiro la cadena y parte de mi se va a visitar alguna de las especias que
proyectaban por la pantalla plana de la nave. Intento salir pero el pestillo
esta flojo, la puerta no se abre. Golpeo. Nadie contesta. Como era de esperar.
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