Amuleto en Pan de Azúcar


Cuaderno de dirección


Es la tercera función de Amuleto, no pude estar en la segunda porque estaba de viaje, esta vez será en Pan de Azúcar. Sabemos que será en el Teatro –club Progreso pero no sabemos cómo es ni que infraestructura tiene ni nada. Así que viajo hasta Maldonado para cargar las cosas en un camión y llevarlas hasta el club. Hace calor y está pesado, cargamos toda la escenografía yo voy en el camión y Laura, María Laura y Sabrina van en el auto con Martín. En un momento del viaje el chofer un señor grande de unos 65 años me dice -hacen teatro, para eso hay que nacer.- Yo sonrío y le digo -si se nace y se hace.- Con el silencio de la ruta deja pasar un momento y entonces dice –Yo ni loco me subo a un escenario, me quedaría duro no sabría que hacer.- Le respondo que a mi me pasa lo mismo pero que después te acostumbras, y le digo- si vos me dejaras en el volante no sabría manejar tampoco, pero yo no sé conducir y para vos es fácil hacerlo.- Aún no lo convencía no sé como terminamos hablando de los políticos de Uruguay y de cómo ellos también aprenden su oficio o nacen en familia de políticos y luego llegan a ser figuras, no sé porque del teatro saltamos a los políticos, lo cierto que al poco rato habíamos llegado al club. El teatro era viejo pero nuevo, un salón con un piso inclinado cubierto de trozos de alfombras, sillas de madera plegables y mas adelante sillas de plástico blanco. Todo esto terminaba a los pies de un escenario elevado a mas un metro y medio, escenario que no tenía parrilla de luces. La iluminación venía frontal desde de la platea. Mi director interior me decía que tenía que decidirme rápido donde actuar par a poder armar nuestra rudimentaria planta de luces. Llevábamos unos seis focos y un par de alargues y con eso yo estaba más que satisfecho. Pero era difícil decidirse así que pregunté si podíamos sacar las sillas y hacerlo debajo del escenario. El señor Rufino que era el encargado que me había recibido me dijo que lo hiciera donde quisiera. Me habló que había venido un tal Sanguinetti y que había usado el piso y la gente se sentaba en el escenario, yo asumí que hablaba de Santiago y no de Julio María… y que si Santiago lo hizo yo también podría. Así que decidí hacerlo abajo pero …con alfombras o sin alfombras?  Me llevó a recorrer las instalaciones para ver donde podíamos cambiarnos, así que fuimos al segundo piso y descubrí un salón hermoso típico de los años 40. 50 con un piso de madera como para una milonga,  recién encerado y un pequeño escenario bajo para un piano, ventanas grandes y cortinas blancas, fue entonces donde le dije es acá. Acá vamos a hacer la función. Cuando llegó el resto de la tripulación nos dedicamos a armar el espacio y poner las luces. En menos de dos horas todo estaba listo para arrancar. El público como es de costumbre en el interior llega temprano y tarde. Si la obra empieza  a las 21 seguro que 20 30 ya hay gente que quiere sentarse en la sala y seguramente que hasta las 21 y 15 esté llegando público. Ésta noche la mayoría del público  era adulto mayor que es el mejor eufemismo para decir viejas y viejos pero como viejos son los trapos y no hablamos de trapos sino de personas me voy hasta abajo a hablar con ellos y a explicarles que vamos a esperar un rato a que llegue la gente…Epa, epa  me die una de las espectadoras increpándome - que quiere decir que nosotros no somos gente,- perdón no entendí -le digo. –Usted dijo, esperemos a que llegara la gente como si nosotros no fuéramos.- Intenté excusarme de todas formas pero no pude además enseguida se les sumaron otras que me avasallaron a preguntas acerca de por qué no hacíamos la obra en el Teatro, que antes porque no teníamos teatro y ahora que tenemos hacen la obra arriba, quien los entiende-terminaron diciendo. Como ven la cosa venía brava. Nosotros habíamos armado un espacio semicircular para tener al publico cerca y facilitar la comunicación pero ahora yo dudaba de que tanto era importante esto. Cuando las hice pasar (porque eran en su mayoría mujeres aunque habían hombres pero menos) nadie quiso atravesar el salón para sentarse contra la ventana, en el lado opuesto a la entrada. Cuando insistí para que se pudieran sentar ahí me dijeron que se sentían expuestos ( que es un eufemismo para decir quedamos pegadas, si no nos gusta y nos queremos ir ) por estar en primera fila. Extraño porque de este lado también estaban en primera fila. Todo indicaba que ésta no iba a ser una buena función. Amuleto es un espectáculo raro, con una dramaturgia fragmentada, nada muy extraño tampoco, como una película de ahora, pero yo sentía que iba a ser difícil. Cuando arranca la obra me doy cuenta que es un thriller, una historia de suspenso y ciencia ficción, y aunque es ardua poco a poco le gente se enganchaba, fue un público muy atento que escuchó y aplaudió con ganas. Luego varios nos felicitaron. Me quedan varias preguntas sobre lo que sucedió,¿les gustó? ¿No les disgustó tanto? ¿Encontraron en la obra algunas cosas que les hicieron pensar diferente? ¿Yo pienso diferente? O se sintieron indiferentes ante la experiencia. Me da que pensar también ¿para quienes hacemos teatro? 

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