El comienzo del curso-Kalima 3°
Y arranca otro año y me hago cargo de un curso. Este año el tercer año de la escuela Kalima, escuela de Marcel Sawchik. Mi tarea es dirigir una obra que yo elija. Del curso que tenía 10 alumnos quedaron solamente 6. El tiempo es el cernidor natural. En las escuelas se inscriben muchos y terminan muchos menos. Mis preguntas esas que siempre me acompañan son ¿Por que dar clases? ¿Para qué? ¿Por qué dirigir una obra escrita por otra persona, con actores que no elijo, para decir que cosa que aún no sé qué es? Para crecer seguramente. Y arranca la clase y el movimiento de los cuerpos otra vez en el salón como tantas veces me dispara imágenes. Cuando los actores se empiezan a mover en el espacio con ánimo y energía con alegría me recuerda a ese gran sótano de hormigón lustrado y paredes de piedra a la vista en aquel salón de primer de Puerto Luna que en el año 95 habitábamos con mis compañeros de generación que hoy son mi grupo. En aquel tiempo saltábamos entrenábamos y asaltábamos el espacio. Buscábamos ese misterio eso que encontramos mas tarde en los libros de Eugenio Barba eso que él llamaba Presencia. Mi maestra de ese momento Elke Orlob despertó en mi y mis compañeros un gusto por el cuerpo y por el trabajo que dura hasta hoy. Había algo en esa disciplina alemana en esa mística con pocas palabras alrededor de un círculo alumbrados por la luz de la vela, cosas que hicieron que fuéramos diferentes. No diferentes de otros, quiero decir diferentes de nosotros mismos. Como nosotros pero distintos. Personas con pasión y dedicación y supongo que eso no se queda quieto, es algo que necesita seguir rebotando y pasando de una generación a otra.
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