en busca de la técnica I
texto teórico sobre el trabajo del actor
Cuando uno comienza a actuar, poco le importa cómo
hacer las cosas. En esos momentos lo importante está en hacer, hacer y más
hacer. Tenemos muchos proyectos y pasamos haciendo muchas cosas al mismo tiempo
sin importar que el resultado sea lo primordial, muchas veces se hace por
hacer, por la necesidad de crear sin cuestionamientos. Cuando pasa esa etapa
enamorada y frenética del comienzo uno se empieza preocupar no tanto de hacer
sino por el cómo hacerlo. Pero lo más útil, en lugar de preocuparse, es ocuparse
de cómo lo hago. En esa inquietud radica toda la búsqueda de los actores de
todas las épocas, regiones y formas de teatro. “El como” en cualquier materia
es lo que denominamos con la palabra Técnica o mecánica. A veces pensamos que
la técnica es algo muy complejo y arduo, en realidad no es otra cosa que el
conjunto de procedimientos que debo seguir para realizar determinado trabajo.
Por lo tanto cada tipo de teatro requiere determinada técnica, o sea
determinado recorrido. En las diferentes culturas teatrales existen lenguajes
codificados (ballet, teatros clásicos asiático, el mimo) y no codificados, para
cualquiera de ellos existe una técnica precisa pero también personal de
llevarse acabo. Esta técnica puede ser consciente o no consciente, aprendida o
desarrollada naturalmente. Pero todas las artes escénicas tienen algo en común,
hay un objetivo que las une y ese objetivo radica en que imprescindiblemente
deben mantener entretenido a un espectador que observa. Para ello deben tener
en cuenta el poder de atracción sensorial que produce un cuerpo que es
observado en situación de representación y todos las asociaciones que produce
este hecho en la mente del observador. Por lo que este punto genera que los
artistas encuentren técnicas en primer lugar para crear un cuerpo vivo en
escena que más allá de todo mensaje transmita y en segundo lugar construir un
código común dentro de ese entorno que lo conecte con el espectador.
Es así como el actor va en busca de su técnica, esta
búsqueda es solitaria, acompañada de historia, de libros, de observación del
afuera y de las interpretaciones que hacemos del mundo, con compañeros de
viajes, con maestros y trozos de piel que vamos cambiando, pero al fin de
cuentas siempre será solitaria, irremediablemente solitaria. Y en ese viaje de
búsqueda descubre que existen muchas técnicas para hacer una sola cosa y no
solo eso hay diferentes técnicas para muchas cosas, la técnica para actuar, la
técnica para crear: un personaje, una partitura, un espectáculo, la técnica de
la subsistencia, de inserción en el medio, técnica para mantenerse y la técnica
para mutar.
De lo que cada uno lleva adentro como un regalo o
una herencia personal o cultural es difícil hablar. Lo que antes se ganaba con
la experiencia y el paso de los años ahora se puede lograr con un trabajo de
laboratorio. En esta era donde lo científico ganó el centro de la escena es
donde los grandes maestros del teatro han avanzado hacia el conocimiento
comprobable de las cosas a través del desarrollo de sus métodos. Una de las
mejores cosas que nos han dejado los investigadores del siglo 20 es la
herramienta llamada el ejercicio. Antes los actores seguían la tradición
en el ejercicio de ensayo y error
diario del rol de actor. Hoy cualquier escuela de teatro brinda cientos de
ejercicios teatrales, muchos de ellos se distancian radicalmente de la
actuación hasta el punto de confundir a los estudiantes. Ejercicios creados en
un espacio solitario con el único fin de transmitir la técnica teatral para
formar a los nuevos actores.
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